domingo, 21 de junio de 2015

Fase-C - Día 6



La noche transcurre plácida, con vientos de ceñida, pero que empujan, hasta que se acaban, entonces trato de poner el motor en marcha, pero no pasa nada, me temo que es el motor de arranque que vuelve a dar problemas. Barry –que está un poco pachucho de la garganta- lo desmonta y limpia de óxido, dos horas después todo está en marcha de nuevo, es un FIGURA.

La isla de Elba se perfila en el amanecer, parece que este año, si podremos  añadirla a la colección de islas visitadas, poco a poco vamos recuperando asignaturas pendientes. En ella estuvo preso Napoleón, hasta que se escapó, siendo recluido de nuevo en la de Santa Elena.

 




La fortaleza nos da la bienvenida ¡qué contradicción! Parece un oxímoron. Amarramos en el centro de la ciudad. Hacemos los trámites de entrada, nos parece algo caro el puerto, que no proporciona ni siquiera duchas, pero el lugar es magnífico. Vamos a reservar un coche de siete plazas para mañana dar una vuelta a la isla.




Barry decide que el segundo alternador está demasiado pegado a las correas del compresor de la nevera y pueden partirse, toca quitarlo para instalarlo de nuevo, eso quiere decir que todo su largo cuerpo tiene que doblarse hasta entrar en espacios reducidos, yo hago lo que puedo por ayudarle, finalmente queda arreglado. Amablemente los tripulantes nos han esperado y comemos todos juntos. MENU

  • Mojama hecha a bordo el año pasado
  • Anchoas preparadas con mano maestra por Mariá
  • Carpaccio receta de Cristina

Luego se impone una siesta antes de dar un paseo por la ciudad. Cristina me habla del entusiasmo con el que nos siguen sus padres Jaime y Quitica, aprovecho la ocasión para enviarles un cariñoso saludo y decirles que me alegro que nuestras crónicas les hagan viajar con nosotros y animarles para que organicen alguno de sus viajes por estos parajes.



 


 


 
 




La ciudad es pequeña, pintoresca, en definitiva mediterránea. Cenamos en un restaurante y un último gin tonic en el barco. No se lo que nos deparará el futuro –siempre es una incógnita- lo que si sé es que hasta el presente, es una delicia, incluso con sorpresas para alguno/a .



MARIÀ

Dado que el compresor esta estropeado, la operación hielo se ha convertido en algo imprescindible. En el Restaurant donde hemos cenado solicitamos si nos pueden proporcionar algo de dicho-hielo y nos dan una bolsiña de esas que en alguna casa particular se rellenan de agua, inaudito una sola bolsita, suerte que yo ya he hecho amistades por esta fantástica isla de Elba y gracias a Roberta una nativa de una edad, pero buen ver y muy simpática consigo hielo suficiente para los gin-tonics.



CRISTINA

Si no es por Barry y por Joaquín, creo que la visita a esta isla de Elba se hubiera hecho esperar bastante más, porque mover un barco de 20 toneladas a puro remo no es tarea fácil. Da gusto llevar ingenieros a bordo…


Lo que no se ha dicho hasta este momento es que la nocturna de ayer fue impresionante. El período de equinoccio de verano en que estamos inmersos nos proporcionó un cielo absolutamente espectacular, que comenzamos a ver acompañados del runruneo del motor. A eso de las 11 empezó a saltar tímidamente una brisita que nos permitió abrir las dos velas y navegar en una ceñida unas 3 horas, hasta que tal como vino se fue… y es entonces cuando entra en escena el motor ….

Y aprovechando el comentario de Marcelino, mandar un beso muy grande a mis progenitores que me estarán viendo. :-) Mañana más.



CLARISA

Hola de nuevo, este viaje promete, el recuerdo del anterior permanece pero creo será superado si seguimos así. La visita a Pisa fue emocionante ver la torre por primera vez ¡!!! recorrer toda la parte monumental, muy bien conservada , por cierto, y después volver a nuestro querido cascarón que siempre nos acoge achacoso y protector. Nocturna para dar el salto a la isla de Elba, viento favorable, a ratos, pero sopló suave y pudimos navegar a vela. Es lo más. La llegada bonita y tranquila, atraque y vuelta de reconocimiento por sus estrechas y empinadas callejuelas. Comida en el barco al lado del paseo marítimo. Siesta para resarcirnos de la navegación nocturna y otra vez a disfrutar del clima y de la gente.

Hago especial mención a los compis de travesía no pueden ser mejores, divertidos, entrañables y cariñosos, esto PROMETE.

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