La noche transcurre plácida, con
vientos de ceñida, pero que empujan, hasta que se acaban, entonces trato de
poner el motor en marcha, pero no pasa nada, me temo que es el motor de
arranque que vuelve a dar problemas. Barry –que está un poco pachucho de la
garganta- lo desmonta y limpia de óxido, dos horas después todo está en marcha
de nuevo, es un FIGURA.
La isla de Elba se perfila en el
amanecer, parece que este año, si podremos
añadirla a la colección de islas visitadas, poco a poco vamos
recuperando asignaturas pendientes. En ella estuvo preso Napoleón, hasta que se
escapó, siendo recluido de nuevo en la de Santa Elena.
La fortaleza nos da la bienvenida
¡qué contradicción! Parece un oxímoron. Amarramos en el centro de la ciudad. Hacemos
los trámites de entrada, nos parece algo caro el puerto, que no proporciona ni
siquiera duchas, pero el lugar es magnífico. Vamos a reservar un coche de siete
plazas para mañana dar una vuelta a la isla.
Barry decide que el segundo
alternador está demasiado pegado a las correas del compresor de la nevera y
pueden partirse, toca quitarlo para instalarlo de nuevo, eso quiere decir que
todo su largo cuerpo tiene que doblarse hasta entrar en espacios reducidos, yo
hago lo que puedo por ayudarle, finalmente queda arreglado. Amablemente los
tripulantes nos han esperado y comemos todos juntos. MENU
- Mojama hecha a bordo el año pasado
- Anchoas preparadas con mano maestra por Mariá
- Carpaccio receta de Cristina
Luego se impone una siesta antes
de dar un paseo por la ciudad. Cristina me habla del entusiasmo con el que nos
siguen sus padres Jaime y Quitica, aprovecho la ocasión para enviarles un
cariñoso saludo y decirles que me alegro que nuestras crónicas les hagan viajar
con nosotros y animarles para que organicen alguno de sus viajes por estos
parajes.
La ciudad es pequeña, pintoresca,
en definitiva mediterránea. Cenamos en un restaurante y un último gin tonic en
el barco. No se lo que nos deparará el futuro –siempre es una incógnita- lo que
si sé es que hasta el presente, es una delicia, incluso con sorpresas para
alguno/a .
MARIÀ
Dado que el compresor esta
estropeado, la operación hielo se ha convertido en algo imprescindible. En el
Restaurant donde hemos cenado solicitamos si nos pueden proporcionar algo de
dicho-hielo y nos dan una bolsiña de esas que en alguna casa particular se
rellenan de agua, inaudito una sola bolsita, suerte que yo ya he hecho
amistades por esta fantástica isla de Elba y gracias a Roberta una nativa de
una edad, pero buen ver y muy simpática consigo hielo suficiente para los
gin-tonics.
CRISTINA
Si no es por Barry y por Joaquín,
creo que la visita a esta isla de Elba se hubiera hecho esperar bastante más,
porque mover un barco de 20 toneladas a puro remo no es tarea fácil. Da gusto
llevar ingenieros a bordo…
Lo que no se ha dicho hasta este
momento es que la nocturna de ayer fue impresionante. El período de equinoccio
de verano en que estamos inmersos nos proporcionó un cielo absolutamente
espectacular, que comenzamos a ver acompañados del runruneo del motor. A eso de
las 11 empezó a saltar tímidamente una brisita que nos permitió abrir las dos
velas y navegar en una ceñida unas 3 horas, hasta que tal como vino se fue… y
es entonces cuando entra en escena el motor ….
Y aprovechando el comentario de
Marcelino, mandar un beso muy grande a mis progenitores que me estarán viendo.
:-) Mañana más.
CLARISA
Hola de nuevo, este viaje
promete, el recuerdo del anterior permanece pero creo será superado si seguimos
así. La visita a Pisa fue emocionante ver la torre por primera vez ¡!!!
recorrer toda la parte monumental, muy bien conservada , por cierto, y después
volver a nuestro querido cascarón que siempre nos acoge achacoso y protector.
Nocturna para dar el salto a la isla de Elba, viento favorable, a ratos, pero
sopló suave y pudimos navegar a vela. Es lo más. La llegada bonita y tranquila,
atraque y vuelta de reconocimiento por sus estrechas y empinadas callejuelas.
Comida en el barco al lado del paseo marítimo. Siesta para resarcirnos de la
navegación nocturna y otra vez a disfrutar del clima y de la gente.
Hago especial mención a los
compis de travesía no pueden ser mejores, divertidos, entrañables y cariñosos,
esto PROMETE.
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