MARJO
Desde el barco
tengo una preciosa vista sobre el bonito pueblo de Peñiscola. Su muralla, sus
blancas casas y encima de todo el castillo. Amaneció un día precioso (veo que
utilizo mucho la palabra “precioso/a” pero de verdad es una maravilla. Sé que
estoy en Peñiscola pero esto también podía ser un pueblo de Italia o de Grecia.
Los pueblos del Mediterraneo se parecen mucho.
Todos han ido a dar una vuelta
por el pueblo pero como dice Dani que todos los pueblos tienen la manía de
poner los castillos en alto he preferido quedarme en el barco.
La travesía
fue otra vez una gozada. No me acuerdo haber navegado tanto a vela sin motor
como en este viaje. Y esto que tenía un poco de miedo por las travesías largas
pero menos una noche, todo ha sido de lo más tranquilo. ¿Será que me está
cambiando la suerte? Y a partir de ahora Eduardo puede navegar otra vez conmigo
sin miedo a que atraigo las tormentas, mal tiempo y mar movido? Me temo que es
más bien Sintry que tiene buena suerte, como dice ella tiene “Baraca” (¿¿??)
La estancia en
Valencia fue muy grata. Todos saben de mi afición a los puertos -el mejor sitio
para un barco(¡!)- También que estuvo Juanjo y su inestimable ayuda en todo. La
última noche fue muy divertido como demuestran las fotos y la caipiriña le
salió a Juanjo como nunca. O tal vez era porque hacía mucho tiempo que no me
tomaba una caipiriña.
Cuando vuelva
el personal iremos a una calita a fondear, hacer una barbacoa y pasar la noche.
Y tal vez mañana nos iremos a Tarragona. Marcel se equivocó en los días
pensando que el día 1 era domingo y no, es lunes con lo que ganamos un día.
Bueno, así compensamos un poco que a la ida de Smir a Valencia paramos sólo una
vez y esto en Almería obligados. Ya veremos que viento tenemos y que podemos
hacer.
MARCE
A 6,15, ya
estábamos Manolo y yo esperando la salida del sol, para captar esas luces
indescriptibles del alba. Luego dimos un paseo por el pueblo, sin nadie, todas
las tiendas y restaurantes cerrados, éramos los únicos, junto con alguna
estatua del Papa Luna, llamado Benedicto XIII.
¿Cuántos de
estos candados ya no significan nada más que una chatarra?
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Nuestro barco
en el CLUB NÁUTICO local |
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Benedito XIII con la tiara |
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Imagen típica
mediterránea |
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Antiguas garitas, hoy solo
vigilan turistas |
Volvemos al
barco cargados de fotos, desayunamos y
menos Marjo, nos vamos de turistas. El castillo muy bien conservado,
muestra la historia de esta fortaleza, desde la que un día un aragonés rigió los destinos de la Iglesia Católica.
Esta es una
panorámica espectacular de Manolo desde el castillo del puerto y la playa.
Salimos rumbo
al delta del Ebro, concretamente al puerto de Casas de Alcanar. Una vez allí
veremos si nos quedamos o vamos a fondear. Una última mirada a la península
rocosa.
Navegación
plácida, con poco viento, sol y mar llano. Cerveza en mano y crema en el
cuerpo. Algunas… se regodean pensando en la vuelta, lucir un color para
envidiar.
Llegamos al
puerto de Casas de Alcanar, damos una vuelta por el puerto y decidimos fondear
en las proximidades. Andrea comprueba el fondeo, picoteamos un poco.
Después de
comer y la siesta, tenemos la intención de sacar el dingui, acoplar el motor,
comprobar que todo funciona. Un barco debe ser bautizado con cava, como romper
la botella sobre un casco hinchable no es posible, decidimos verter el líquido
sobre su cubierta, nombramos madrina a Marjo que a partir de ahora será la que
cuidará que no se separe del buen camino.
Lamentablemente
una tormenta se cierne sobre nosotros y empieza a llover, aconseja posponer la
botadura. Lo malo es que como siga, se nos va a estropear también la barbacoa.
Finalmente pudimos encenderla y cocinarla, eso si, con un buen meneo,
atravesados al mar. Cenamos en el salón, ya que hacía fresco.
Las copas sin
embargo las tomamos en la bañera disfrutando de la puesta de sol.
MICHE
diario de un principiante (8)
Ya estamos de nuevo en camino. Hemos
tenido un trayecto Valencia-Peñíscola calmado y soleado y, después de dormir
y visitar el castillo del Papa Luna,
vamos en busca de un lugar para fondear, rumbo a Areyns de Mar. La mar está en
calma y después de un buen rato de tomar el sol en cubierta me he venido al
camarote a escribir estas líneas.
Lo más destacable de la parada en Valencia
ha sido el hormiguillo que nos estaba entrando a todos de continuar viaje. La
estancia en la Marina Rey Juan Carlos era grata y cómoda, pero según iba
alargándose, daba la impresión de que algo faltaba. Ahora que lo hemos
recuperado sabemos lo que es: la sensación de viajeros en marcha.
Desde que nuestra especie bajó de los
árboles, los humanos nos hemos agrupado para viajar. Hablo de viajar en serio,
de explorar nuevos territorios, encontrar nuevos recursos, cumplir el mandato
bíblico de “id, y llenad la Tierra”. El viaje en grupo puede hacerse en
caravanas de camellos, carromatos de bueyes o, como no, en barco. Durante el
trayecto, el grupo y el medio de transporte acaban identificándose entre sí, lo
que es especialmente cierto en el caso de los barcos. En nuestro caso, esa
identificación es lo que echábamos de menos, e incluso temíamos que se fuera diluyendo en nuestra
espera valenciana de la nueva pieza del motor.
Creo que fue por eso que hicimos una
pequeña fiesta de despedida/partida la noche antes de salir, con caipiriña y
todo. Estábamos contentos de recuperar la actividad en grupo a bordo. “Nuestro”
barco ya estaba en marcha otra vez. Así debían ser las cosas.
La visita al castillo de Peñíscola lo
confirmó. El encanto de la llegada al puerto por la noche, y el de despertarse
rodeados de la histórica ciudad bajo un espléndido sol matutino, lo habíamos
sentido todos juntos. Juntos salimos a ver la ciudad muy temprano y llegamos al
castillo antes de que abriese el monumento o se instalasen los puestos de venta
para turistas. Nosotros no éramos turistas. Nuestro grupo era otra cosa.
¿Qué éramos? ¿qué somos? Una
tripulación que empieza a compenetrarse entre sí y con su barco. Ayer tuvimos
un excelente largo, con buen viento, buen mar y sin motor; quién más, quien
menos, estaba satisfecho del buen
trimado de las velas, del deslizarse del barco frente a la costa, bien afinado.
Hemos mejorado, desde el primer día. El mérito es, por supuesto, de los
veteranos; pero los novatos ponemos también nuestro granito de arena. Y la
evolución es reconfortante para todos.
Marce ha usado en varias ocasiones la
expresión “nómadas” para referirse al tipo de personas que gustan de expediciones como la que estamos
haciendo. Y algo de eso hay. Son gente que ha nacido bajo una estrella errante,
como Clint Eastwood en “La leyenda de la ciudad sin nombre”. Compartir de algún modo algo de ese espíritu
es muy estimulante.
Además, estos días de buen tiempo son
una maravilla. Esperamos ilusionados la
experiencia del fondeo en alguna cala recogida, sólo para nosotros. Mientras
tanto, estos párrafos recién hilvanados
son mi forma de compartir el desarrollo de un viaje muy especial.
¡Hasta la próxima!
MANOLO
El
tiempo parece favorecernos y en este recorrido de Valencia a Peñiscola fue todo
lo que se puede pedir para hacer el viaje placentero.
Llegamos
a Peñiscola ya de noche cerrada y atracamos en el pantalán del club náutico de
la Ciudad, pasando la noche cómodamente y antes de la 6.00 ya estaba de pie
para fotografiar el amanecer con el castillo de fondo. A este safari se une
Marce y después de las correspondientes fotos del sol damos un tour por el
pueblo fotografiando todos sus rincones, regresando al barco para nuestro
familiar desayuno que una vez terminado dio paso a un paseo en grupo visitando
el Castillo. Una vez regresado al Raw Prawn se soltaron amarras dando por
terminada esta visita a este bonito pueblo.
Después
de una buena navegación llegamos a Casa de Alcanar donde realizamos nuestro
primer fondeo tocándome el cometido de fondear el ancla para pasar el resto de
la tarde en este lugar, la tarde se estropea por una pequeña tormenta y el
Patrón desiste de realizar el bautismo del Dingui dejándolo para mañana.
SINTRY
Hola a todos,
estos días han pasado un montón de cosas y todas buenas.
La primera es que
desde el día 26 y con la ayuda DE Juanjo SE SOLUCIONARON LOS PROBLEMAS DEL BAÑO
DE POPA y Miche (no sabemos cómo) resolvió el problema del de Proa con lo que
la vida se ha recompuesto mucho. La vida en le barco sigue su curso, entre
bromas y risas cada día somos más una familia de “locos nómadas marinos”.
Ayer llegamos por la noche a Peñíscola (esto
ya lo han contado todos los demás y ya lo sabéis), pero seguro que no han dicho
que hemos desayunado con el Papa Luna, un tipo curioso y con cara de mal café,
miedo da os lo garantizo. La verdad es que al contemplar esta fortaleza de los
templarios uno puede trasladarse al siglo XII y revivir un Mediterráneo
diferente al de hoy, pero igual de azul y de hermoso.
El tiempo pasa demasiado de prisa y mi
bautizo marino desgraciadamente llega a su fin. En breve tendré que ponerme los
zapatos, las medias y el traje de chaqueta para volver al rol de profesora. No
sé si podré resistirlo. Me planteo convertirme en la famosa rata que vivió en
el Raw Praw (véase viejas historias de las tripulaciones) hace unos años e
instalarme a vivir entre las cuadernas y continuar en esta aventura. En fin no
será posible (abulto demasiado para convertirme en rata) y además ya se sabe
“NO SIEMPRE ES POSIBLE LO QUE SE QUIERE”.