jueves, 25 de junio de 2015

Fase-C - Día 10



Noche tranquila, casi sin viento, por ello llegaremos algo más tarde. Confío que podamos quedarnos en el puerto de la entrada, sin tener que remontar el río Tíber y que nos pongan un precio especial, ya que pienso salir de nuevo a navegar por la noche.
Sale el sol con esos infinitos matices, que habitualmente pasan desapercibidos para quien no tiene ni el tiempo o la sensibilidad para apreciarlos.

 


A poco de llegar salta un vientecillo de proa, que nos permite poner los dos foques a trabajar y podemos recuperar un poco el tiempo, llegaremos sobre las nueve.

Pasamos frente al aeropuerto de Fiumiccino (supongo que querrá decir río pequeño) como si el Tiber por si mismo no tuviera su propia grandeza. El caso es que los aviones que aterricen o despeguen, sus pasajeros nos verán por sus ventanillas como si fuéramos –que lo somos- una reliquia del pasado y que ellos en una hora avanzan lo que nosotros en cuatro días navegando sin parar. Claro que a nosotros nos da tiempo a ver las tortugas y a ellos no.

Entre unas cosas y otras llegamos al sitio arqueológico sobre las doce, menos mal que no hacía mucho calor, ni había mucha gente. Es inmenso, todo de ladrillo, aunque hay algunas columnas de mármol y los edificios deberían estar recubiertos de esta piedra, posteriormente arrancada para ser aprovechada por otros.

 



 




 



En general, no es una maravilla, lo que queda del que fuera el principal puerto del imperio, excepto los despachos de los agentes que comerciaban con todo tipo de bienes. Nos llama la tención un mosaico que representa las bodas de Neptuno con Anfitrite. La taberna de los pescadores, se mantiene bastante bien.

Un castillo medieval construido por el que luego fuera papa Julio II, se conserva muy bien.


A las nueve de la noche salimos hacia la isla de PONZA.


MARIÀ

Las Judías finalmente saben a poco no queda nada, por la noche hacemos unos espaguetis al pesto, este último de bote, y a dormir.
Navegación nocturna con rumbo a ostia, tenemos una tripulación entrenada que hace las maniobras y guardias, duermo toda la noche con el bordo favorable para mí y me levanto con el nuevo amanecer, un nuevo día, que bonitos y fantásticos son.
En casa me es imposible levantarme y en el barco no me pierdo uno, me pregunto ¿qué rareza será esta?


CRISTINA

Siempre que veo navegar un barco a vela por primera vez, me viene a la mente la épica frase del capitán del Titanic, viendo orgulloso desde el puente, soltar amarras en lo que sería el primer y último viaje de este tristemente famoso buque: “Enseñémosle a todos como navega”.
Ayer el Raw Prawn nos enseñó su mejor forma de navegar. Con 30 nudos por la proa y 3 rizos, la rueda se llevaba con total suavidad, salvo en momentos en que la ola nos cogía por donde no debía y había que “obligarle” a no perder la compostura.
Barry que, ayer dejo a un lado su “lazyness” (vagancia) para aprender nuestro idioma comentaba sorprendido como podía ser que por la mañana estuviéramos como en otoño y por la tarde volvía a ser verano… Pues si, así es… estamos en el Mediterráneo y aquí podemos tener dos días en uno… como si fuéramos de Bilbao!


MARCELINO

Salimos a la puesta de sol, parece que el viento del norte nos acompañará toda la noche. De momento tenemos la desagradable noticia que la luz de proa ha dejado de funcionar, mañana habrá que desmontarla y arreglarla.  Cuando venga un barco, le enseñaremos la luz que corresponda con una linterna y un farolillo bicolor. Alfonso detecta a otro velero en rumbo encontrado, solo le vemos la luz verde, cuando está muy cerca maniobro a estribor, ellos ni se enteraron.


 

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