Noche tranquila, casi sin viento,
por ello llegaremos algo más tarde. Confío que podamos quedarnos en el puerto
de la entrada, sin tener que remontar el río Tíber y que nos pongan un precio
especial, ya que pienso salir de nuevo a navegar por la noche.
Sale el sol con esos infinitos
matices, que habitualmente pasan desapercibidos para quien no tiene ni el
tiempo o la sensibilidad para apreciarlos.
A poco de llegar salta un
vientecillo de proa, que nos permite poner los dos foques a trabajar y podemos
recuperar un poco el tiempo, llegaremos sobre las nueve.
Pasamos frente al aeropuerto de
Fiumiccino (supongo que querrá decir río pequeño) como si el Tiber por si mismo
no tuviera su propia grandeza. El caso es que los aviones que aterricen o
despeguen, sus pasajeros nos verán por sus ventanillas como si fuéramos –que lo
somos- una reliquia del pasado y que ellos en una hora avanzan lo que nosotros
en cuatro días navegando sin parar. Claro que a nosotros nos da tiempo a ver
las tortugas y a ellos no.
Entre unas cosas y otras llegamos
al sitio arqueológico sobre las doce, menos mal que no hacía mucho calor, ni
había mucha gente. Es inmenso, todo de ladrillo, aunque hay algunas columnas de
mármol y los edificios deberían estar recubiertos de esta piedra,
posteriormente arrancada para ser aprovechada por otros.
En general, no es una maravilla,
lo que queda del que fuera el principal puerto del imperio, excepto los
despachos de los agentes que comerciaban con todo tipo de bienes. Nos llama la
tención un mosaico que representa las bodas de Neptuno con Anfitrite. La
taberna de los pescadores, se mantiene bastante bien.
Un castillo medieval construido
por el que luego fuera papa Julio II, se conserva muy bien.
A las nueve de la noche salimos
hacia la isla de PONZA.
MARIÀ
Las Judías finalmente saben a
poco no queda nada, por la noche hacemos unos espaguetis al pesto, este último
de bote, y a dormir.
Navegación nocturna con rumbo a
ostia, tenemos una tripulación entrenada que hace las maniobras y guardias,
duermo toda la noche con el bordo favorable para mí y me levanto con el nuevo
amanecer, un nuevo día, que bonitos y fantásticos son.
En casa me es imposible
levantarme y en el barco no me pierdo uno, me pregunto ¿qué rareza será esta?
CRISTINA
Siempre que veo navegar un barco
a vela por primera vez, me viene a la mente la épica frase del capitán del
Titanic, viendo orgulloso desde el puente, soltar amarras en lo que sería el
primer y último viaje de este tristemente famoso buque: “Enseñémosle a todos
como navega”.
Ayer el Raw Prawn nos enseñó su
mejor forma de navegar. Con 30 nudos por la proa y 3 rizos, la rueda se llevaba
con total suavidad, salvo en momentos en que la ola nos cogía por donde no
debía y había que “obligarle” a no perder la compostura.
Barry que, ayer dejo a un lado su
“lazyness” (vagancia) para aprender nuestro idioma comentaba sorprendido como
podía ser que por la mañana estuviéramos como en otoño y por la tarde volvía a
ser verano… Pues si, así es… estamos en el Mediterráneo y aquí podemos tener
dos días en uno… como si fuéramos de Bilbao!
MARCELINO
Salimos a la puesta de sol,
parece que el viento del norte nos acompañará toda la noche. De momento tenemos
la desagradable noticia que la luz de proa ha dejado de funcionar, mañana habrá
que desmontarla y arreglarla. Cuando
venga un barco, le enseñaremos la luz que corresponda con una linterna y un
farolillo bicolor. Alfonso detecta a otro velero en rumbo encontrado, solo le
vemos la luz verde, cuando está muy cerca maniobro a estribor, ellos ni se
enteraron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario