A las 10,30
abandonamos el fondeadero rumbo a Marsella. Nos recibe un mar picado con viento
de ceñida, la previsión es de vientos cambiantes de poca intensidad.
El viento
sigue en contra vamos dando bordos y avanzando poco, tenemos tiempo para
encapillar cabos, poner la trinqueta, hacer nudos y otras tareas de la
navegación.
Tal vez sea el
momento de hablar algo sobre Marsella:
Orgullosa de
sus 2.600 años de historia, Marsella siempre ha sabido combinar la cultura
occidental con la oriental, Europa con África. Es un impresionante melting-pot
mediterráneo cuyos mejores exponentes son el emblemático Puerto Viejo, corazón
de la ciudad; el Panier y sus calles meridionales; los mercados de Noailles, un
auténtico zoco a cielo abierto; la Canebière, la calle comercial; la Corniche
de las lujosas villas con vistas al mar, y las minúsculas calas que surgen por
sorpresa al final de una calle cualquiera.
Fue fundada
por los foceos, en su magnífica rada se acumulan restos arqueológicos de todo
tipo, a pesar de la búsqueda y encuentro de muchos de ellos, nunca se llegará a
sacar el total.
Seguramente
llegaremos al PORT DE POMÈGES, en la isla del mismo nombre. Era un antiguo
puerto tallado en la roca, donde todavía se pueden apreciar sus restos, luego
fue un puerto de cuarentena para los barcos procedentes de África y Asia.
Pasaremos por
el castillo D’If Tiene un castillo famoso donde Alejandro Dumas situó la
prisión de su protagonista EL CONDE DE MONTECRISTO.
Si tenemos
suerte llegaremos a PUERTO VIEJO, uno de los mas antiguos de Francia. Caso
contrario tendremos que buscarnos otro en las proximidades.
Lo peor es que
hemos tenido que desmontar todas las tuberías del retrete de proa, ya que
estaban cristalizadas y una capa de piedra se había formado en su interior. Nos
costó mucho sacarlas, una vez limpias (a martillazos y con agua del mar
arrastrándolas desde le barco) las volvimos a montar; eso fue todavía mas
costoso que sacarlas. Finalmente todo quedó bien, veremos cuanto dura.
ES
IMPRESCINDIBLE BOMBEAR AL MENOS 15 VECES DESPUÉS DE UTILIZARLO.
La noche
transcurre plácida y podemos avanzar a nuestro ritmo previsto. Hemos sido
afortunados con el “temible” Golfo de León, ni el MISTRAL ni la TRAMONTANA, nos
han castigado.
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