Toda
la noche navegando a vela sin ola, algo fuera de rumbo, pero ¡qué delicia!
Viento entre 10 y 15 nudos, velocidad entre 4,5 y 5,5 nudos.
Al
amanecer otro velero con el que hemos navegado en paralelo toda la noche se
materializa.
Una
vez separado en piezas el atún de ayer comprobamos que la carne está bastante
blanda, no sé si con la sal mejorará. Sacamos los lomos de ayer para que empiecen su secado al
aire marino. Las mojamas adornan la botavara. Dará tiempo para que cada
tripulante se lleve un trozo para sus familias.
Hoy
tendremos un festival gastronómico a base de atún, espero que todo salga bien y
lo disfrutemos. He puesto un par de botellas de albariño a enfriar (bueno a
refrescar).
A la
hora del Ángelus nos visita un tercer atún, tampoco es rojo, pero no nos
importa nada, tenemos sal suficiente para conservar los que podamos pescar. La
tripulación ya está ducha en las labores de preparación y se encargan de
trocearlo, mientras las chicas preparan lo necesario para la comida. En un plis
plas, todo está listo y podemos comer las delicias del mar “in situ” lo que
añade un plus de gusto adicional.
Luego
una siesta informal se impone, ya que la grapa ayuda en la digestión, pero
también adormece. Al despertar de la modorra, unas sevillanas entonan el
ambiente, cosa normal para los andaluces, pero también para los catalanes y… la
uruguaya, que se arrancan a bailar convirtiendo la popa en un tablao flamenco.
La
tarde va pasando, hasta que nos invaden una cuadrilla de piratas, parece
mentira que a estas alturas los haya todavía por el Mediterráneo, dos hombres y
dos mujeres jóvenes secuestraron a la pobre Emilia, yo escapé como pude e hice
el reportaje fotográfico que pondré en manos de las autoridades para que les
den el castigo que se merecen por su ferocidad. No hace falta mas que mirar sus
caras para darse cuenta de su calaña.