Seguimos viaje por las
cinque terre, desfilan ante nuestros ojos, pueblos coloridos encaramados en la
montaña, un día fueron de pescadores, hoy casi no lo son, pero su aspecto
inmutable lo sigue pareciendo.
En Portovenere, vamos a tierra para visitar el pueblo, su castillo de los Doria y las iglesias. Una belleza TOTAL, las casas, el entorno, la vegetación, el mar. Todo forma un conjunto armónico, en el cual se integra nuestro barco y nosotros mismos.
En Portovenere, vamos a tierra para visitar el pueblo, su castillo de los Doria y las iglesias. Una belleza TOTAL, las casas, el entorno, la vegetación, el mar. Todo forma un conjunto armónico, en el cual se integra nuestro barco y nosotros mismos.
Algunas alcaparras
ornan las murallas con sus flores, precisamente sus capullos son lo que nos
comemos.
Una extraña escultura
de un querubín, no se sabe si tiene alas en la cabeza o plumas en las orejas.
Barry parece que ha encontrado la mujer de su vida…
En el claustro-mirador
de la iglesia un músico toca el arpa, momento mágico, sin gente. Una viejita
hace barcos con cáscaras de nuez, le compro una, al menos sé que esta no está
hecha en China. Me acuerdo de esta oración:
“Señor
tu mar es muy grande,
Mi
barca muy chiquita,
Acuérdate
de mí”
Posamos en este
encuadre y en otro que nos perpetúe en la memoria este lugar.
La siguiente parada en LERICI, fondeo y baño. Vamos al castillo, pero está en reparación, no obstante las vistas son fantásticas. Nos tomamos un helado, de esos tan ricos que solo pueden hacer en Italia.
La siguiente parada en LERICI, fondeo y baño. Vamos al castillo, pero está en reparación, no obstante las vistas son fantásticas. Nos tomamos un helado, de esos tan ricos que solo pueden hacer en Italia.
Por la tarde navegamos
casi sin viento hasta la MARINA BOCA DI ARNO en Pisa donde llegamos a las diez.
Es una marina reciente, que no figura en ningún sitio. Allí nos tomamos un
gintonic y a la cama, mañana toca día de turisteo.
MARIÀ
Bueno una nueva etapa y
nueva tripulación en parte conocida, Clarisa y Alfonso, de nuevos Cristina amiga de la pareja, Ximo un valenciano con el que he
congeniado en seguida y Barry del que ya os hablé.
Finalmente partimos de
esa maravillosa ciudad que es Genova con la que tuvimos nuestros más y nuestros
menos años ha.
Al despertar el 18 en
el barco resulta que somos nueve y no siete.
Resulta que me han
adoptado a una pareja de amigos. Renato un genovés mu listo y Encarnita una
española que trabaja en Berna y los llevamos a porto fino que es mu fino ¡ecs!
Un poco mas i nos sueltan a los perros, encontramos fondeadero más adelante en
otro pueblecito precioso sin los rostros pálidos que allí había, el silver wind
de esos de ha vela ecológicos ellos, me rio yo de su ecología, y un MSC de esos
grandotes, ellos se lo coman.
Pasamos por unos
pueblos situados en lugares imposibles y fatales para mí, por la inclinación y
escaleras de sus calles que ascienden desde el mar hacia la montaña, donde en
pequeñas terrazas se vislumbran unos viñedos de los que habrá que probar sus
caldos, que deben ser néctar de dioses.
Hoy 19 seguimos nuestro
periplo.
JOAQUIN
Esta foto es de
Camogli, un pueblo que visitamos en tren desde Genova, y donde comimos,
estupendamente, en la misma playa siguiendo la recomendación de Giacomo.
Fondeamos en
Portovenere, que se encuentra frente a la isla Palmaria, un pueblo pequeño pero
muy bonito, con un castillo del cual Marcelino nos ha contado pelos y señales,
que enriquecen aún más la visita.
De Portovenere seguimos
hacia Lerici, donde fondeamos y aprovechamos para tomar un baño, que nunca
viene mal, disfrutar de la artesanía italiana en forma de helado y comprar
mejillones para cenar esta noche, preparados por el Chef Mariá.
CRISTINA
Un par de días a bordo
del Raw Prawn han sido suficientes para darme cuenta de que no es un barco al
uso, por lo menos no como ninguno en los que he navegado nunca. Por muchas
razones. Empezando por el propio barco, con su solera, sus miles de pegatinas y
barquitos adosados a las paredes reflejando la cantidad de millas que lleva a
cuestas, sus gadgets y sus infinitas curiosidades que lo convierten en un barco
“trabajado” y marinero con todo lo que eso implica.
La tripulación, que
siendo cada uno de su padre y de su madre se amolda perfectamente a la
convivencia, cosa fundamental en cualquier singladura larga, aunque de vez en
cuando tenemos que alternar idiomas para que Barry esté al tanto de nuestros
chascarrillos y conversaciones.
La navegación, por el
momento plácida y sin contratiempos. El viento brilla por su ausencia y cuando
hace acto de presencia, siempre viene de la dirección más inadecuada. Sin embargo,
eso no merma en absoluto el balance final del día, ya que se alterna entre la
propia navegación y las bajadas a tierra para ver monumentos, pasear por las
calles de los preciosos pueblos.
Nuestro capi, que en su
pozo sin fondo de anécdotas, siempre tiene alguna a punto para cada ocasión.
En resumen, mis
primeras impresiones no pueden ser mejores. Es lo que yo definiría como un
perfecto “turismo náutico”. ¿Se puede pedir más? Pues si se trata de pedir,
quizá algo más de viento pero por lo demás…
CLARISA
REENCUENTROS
Hace casi un año
(cuanto tiempo ya) que embarqué en el Raw Prawn-. Está igual, como lo recordaba,
con sus espacios acogedores que evocan un mismo lugar de encuentro y sus
dolencias conocidas.
ENCUENTROS
Con personas conocidas,
risas, abrazos y recuerdos de momentos especiales y de días compartidos en
tareas repetidas. Abierta a conocer gente nueva de la que nada sabes y que…al
poco tiempo pasan a ser conocidos, reconocidos y se convierten en compañeros de
fatigas.
Qué placer encierran
estas vivencias.
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