Ayer compramos un mero de dos Kg. Cenamos la parte
central en rodajas a la plancha, no estaba mal, pero podían haberle sacado
mejor partido. Con la cabeza y el cogote nos prepararemos hoy un arroz. También
compramos tres langostas pequeñas, que nos servirán para celebrar el cumpleaños
de Miche, es decir, hoy cenamos “en casa”.
Antes de acostarnos pudimos celebrar el aniversario del
“muchacho” que pidió como regalo SER CAPITÁN POR UN DÍA, así que me temo que
hoy se levantará a la hora que quiera y asumirá la responsabilidad, es decir
“SE REBAJARÁ DE TODO SERVICIO MANUAL”, dedicándose a sus tareas habituales que
son las intelectuales.
Tanto Miche como su Sintry son doctores y catedráticos,
es un privilegio “contratarlos” como, lijadores, barnizadores, limpiadores y
cuantos oficios varios son necesarios en este microcosmos.
Parece ser que hay un calor tremendo en España, por aquí
incluso fresquito. Hoy amanece con una buena niebla, pero enseguida despeja.
Si todo va bien, hoy terminaremos con todo lo que se
necesita hacer fuera del agua, así que espero mañana estar de nuevo a flote.
- Poner la grasa especial que me trajo Bob de USA en la mecha del timón
- Meter grasa a presión en el cuerpo de la hélice
- Desmontar la escalera para lijarla y barnizarla
- Dar otra mano de barniz a toda la madera
- Ordenar lo de dentro, para poder barnizar el suelo y la mesa
- Confío que la capota quede montada.
- Limpiar las garrafas de gasoil, para suministrar el barco, ya que en el puerto ¡¡¡¡NO HAY COMBUSTIBLE!!!! Supongo que por falta de “liquidez”
- Cuantas otras cosillas vayan saliendo
Lamentablemente el motor del dingui no arranca, la razón
es que no le llega corriente a las bujías, es algo eléctrico, mañana seguiremos
intentándolo, si no se arregla deberá ser en Valencia o en último caso en
Barcelona. Este es un problema al que
tengo que encontrar solución.
Sintry prepara todo lo necesario para la cena, que a
todos nos sabe a gloria bendita, ¡eso de recuperar nuestra cocina! Si encima la
oficia una gallega… ¡que se quiten los creyentes en Alá!
MENÚ:
- Dos langostas cocidas, con salsa ¿tártara?
- Arroz de mero y otra langostita
Acompañamos con
dos botellitas de albariño reservadas para la ocasión.
En definitiva, un cumpleaños especial, lo mismo que lo
fue para Bob el año pasado.
SINTRY
El 14 es
un día especial porque cumple años Juan Miguel y se lo hemos celebrado como se
merece. Celebramos una cena-fiesta en el salón con aperitivo y un rico arroz de
mero. Os cuento un poco como fue. Un par
de Langostitas hervidas con una salsa Tártara al estilo Patrón. Excelente. De
segundo arroz con langosta (la más pequeña de las tres que compramos) y mero
sobre un caldo hecho con la cabeza del mero.
Os paso
la receta:
Preparar
un caldo de pescado (hoy le llaman “fume” que es una cursilería) con la cabeza
del Mero, el hígado etc.
Dejar que el caldo se concentre bien y adquiera todo
el sabor del pescado (unos 30 minutos a fuego medio. Bueno si tenéis más tiempo
hacerlo a fuego lento y unos 45 minutos).
Una vez que tenemos preparado el
caldo dejarlo aparte cuidando que no se enfrié mucho.
Preparas un buen sofrito
con cebollita, pimiento rojo y un aire de ajo. Cuando coja color, rehogar bien
la langosta (cortada en trocitos) y las tajadas del mero, todo ello a fuego muy
lento para que vaya soltando sus
juguitos y se vayan mezclando.
Cuando el pescado y la langosta tengan ese
colorcillo rojillo echar el arroz y rehogara un poquito.
Finamente añadir dos
tazas del caldo del pescado hecho previamente por cada taza de arroz. Poner el
fuego vivo para que comience a hervir y cuando lleve hirviendo 5 minutos pasar
a fuego medio (tirando a bajo) y esperar 15minutos más.
Apagar el fuego y dejar
reposar10 minutos. En este tiempo muerto
comeros las langostas del aperitivo con un buen Albariño o Ribeiro.
Buen
Apetito. Y recordar “De la panza sale la danza”.
Creo que
el cumpleaños ha sido un éxito y lo recordaremos siempre ya que ha sido único.
MICHE
Seguimos con buen tiempo, y los trabajos avanzan. Hoy
haremos el día completo en el barco, mañana le toca volver al agua y hay que
acabar todas las tareas de seco. Pero estamos bien aprovisionados: tres
langostas adquiridas ayer nos esperan para la cena.
Ayer
tuvimos un buen atardecer. Desde nuestra atalaya -recordad que el barco está
sobre pontones- tenemos mejor vista que
desde el muelle. Es una pena que la puesta de sol sea sobre tierra, no sobre el
mar; pero éstas las tenemos garantizadas en cuanto empecemos a navegar. Hoy es
un día de sol rabioso, de esos de mucho protector solar. Sigo el refranero
español, ese que dice “quien a buen barco se arrima, buena sombra
le cobija” (hay una ligera adaptación; adivinad cuál) me instalo y empiezo
las faenas del día.
La cena
-de cumpleaños- trae una novedad importante. Resulta que el salón central no es
lo que parece, no es un taller de repuestos ni un almacén de tránsito. Puede
convertirse en comedor de gala si la ocasión lo merece, y hoy así ha sido.
No
está mal, de vez en cuando, vestirse bien: me he puesto unas bermudas, mucho
más formales que el habitual calzón corto, y zapatos.
Las chicas han estrenado
unos vestidos largos, y las langostas han abandonado este pícaro mundo,
acompañados de un vino albariño, reservado para la ocasión.
No se si
os he dicho que tanto mi mujer como yo somos gallegos, y que ambos hemos nacido
a cien metros del mar, ella en Vigo y yo en La Coruña. Nuestro contacto con el
mar ha sido muy temprano, de niños, naturalmente en botes de remos. ¿Os
imagináis la playa de Riazor con botes de pescadores? pues los había, y era uno
de mis sitios de juego, en una niñez transcurrida en los últimos años cincuenta
y primeros sesenta.
Aquí, en el norte de Marruecos, he encontrado ese mismo
tipo de actividad, con algunas técnicas iguales, como el palangre o el
trasmallo, y otras distintas como el arrastre a mano desde la playa (que creo
se usa o ha usado también en el levante español).
Estábamos con la cena. Al terminarla, abrimos
una botella de Oporto, con la que cerramos en círculo
España-Marruecos-Portugal, que fue un gran regalo de cumpleaños. Uno más, que
pasa a la pequeña historia personal, llena de figuras geométricas (el triángulo
Galicia -Canarias, Madrid; la espiral profesor-director-consultor-abogado)
y no tan geométricas, como la vida misma. ¡Uff! empiezo a
desbarrar. ¡Hasta la próxima!
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