Miche se “arranca” a fregar los platos del desayuno, es lo que se llama
tener un impulso.
Así que pido a cuantos siguen nuestras aventuras que (como se decía en la
misa de mi juventud):
ORA PRO NOBIS.
También habrá que izar el nuevo dingui y emplazarlo convenientemente para
la travesía, poner las líneas de vida, hacer una compra grande y preparar
comidas para la travesía que nos espera a partir de mañana (así dicho con
certeza).
A la primera hora aparecen los mecánicos con su furgoneta taller. Empiezan
a desmontar la caja con los habituales problemas, aunque con sus herramientas y
sobre todo con su experiencia lo van solventando. El problema surge cuando
sacan la nueva de su caja: RESULTA QUE EL ACOPLE ES MAYOR, se han equivocado en
la referencia y corresponde a otro motor mayor.
Hay dos soluciones:
1.- Cambiar la caja y esperar a que venga la correcta en uno o dos días.
2.- Cambiar la corona de acople de la nueva a la vieja.
Como el mecánico no puede venir otro día, llamamos a la casa para saber si
a pesar de hacer ese cambio no se perjudica la garantía, nos dicen que si. Los
mecánicos proceden al cambio con las consabidas dificultades. En ese proceso de
espera arreglan la alimentación del generador que sigue dando problemas, parce
ser que el decantador está rajado y por eso toma aire, lo puentean y parce que
va bien.
El proceso de instalación también es complicado, de paso se arreglan
pequeños desperfectos como abrazaderas rotas, manguitos gastados, etc.
Finalmente todo queda instalado. Hacemos las pruebas para ver que funciona
bien, quedando satisfechos a falta de la verdadera que es en el mar, pero
parece que así será. Este señor es un verdadero profesional, hubiera sido
difícil superarlo.
Viene Juanjo con las botellas retimbradas y termina de afinar el MAXSEA,
que ahora parece que ya marca la dirección y velocidad, también deberá
comprobarse en el mar. Comemos algo y promete venir a cenar con nosotros.
Siesta, al levantarse colocar el dingui en su sitio y poner la bitácora
incluyendo la colocación de los leds del compás que suelda Manolo, aunque luego
descubrimos que los cables que lo alimentan no tienen corriente, habrá que conectarlo
a las luces de navegación.
La cena es fantástica con caipirinha incorporada. Es una pena, pero ¡hay
que partir! Es la vida del nómada que tiene que seguir su camino.
MICHE
DIARIO DE UN PRINCIPIANTE (7)
Continuamos
en la parada de Valencia. El proceso de reparación de la inversora (ese es el
nombre técnico del control “avante-atrás”
del barco) sigue su curso y los pequeños trabajos siguen ocupándonos sin
excesivo apremio. La playa de la Malvarrosa continúa prestando valiosos
servicios, y a veces parece que estamos de turismo, aunque con un hotel un poco
raro.
Pero
no es así. Este no es un viaje de turismo. Ahora que lo pienso, no sabría decir
con exactitud en qué tipo de viaje nos hemos embarcado mi mujer y yo. Habiendo
cumplido con creces los sesenta años, no podemos considerarlo un viaje
iniciático, y deberíamos considerarlo sería más bien el cumplimiento de un
antiguo sueño de juventud. Pero hay más cosas.
Es
también un viaje de “puesta en forma”,
sobre todo para mí. El proceso resulta mucho más lento de lo previsto, aunque,
al haber multiplicado por diez el nivel de actividad física habitual, la
recuperación está funcionando, dentro de las limitaciones propias de la edad. Y
es también un experimento de adaptación al cambio o, más exactamente, de
aprender a cambiar, de aceptar los cambios que se presentan ante nosotros.
Trataré de explicarlo con un jemplo.
En
los espacios estrechos del barco, nuestro cuerpo está aprendiendo a percibir su
posición en relación con el entorno. De entrada, nos hemos dado un buen número
de pequeños golpes contra todo tipo de obstáculos y hemos aprendido a
evitarlos. Hemos sentido pequeñas desorientaciones, y aprendido cómo y por qué
se mueve el barco. Y hemos comprendido la razón por la cual todas las cosas tienen
que estar fijas en su sitio y en perfecto orden. Lógicamente, a base de
arañazos y raspaduras, acabaremos
moviéndonos con la soltura de los veteranos, superando la abrumadora sensación
inicial de torpeza.
Lo
importante, de todas maneras, no es habituarse a este barco, sino percibir que
tenemos capacidad de hacerlo. Porque, en paralelo a la mejora de nuestra
ubicación en el entorno físico, estamos desarrollando una cierta percepción de
que también podemos reubicarnos en los entornos profesional, social y familiar
en que nos movemos. En la tercera edad, esto es importante.
Dicho
de otro modo, este viaje está aumentando nuestra autoestima, la de Sintry y la
mía, precisamente por el hecho de poder disfrutar de él. No tanto de los
estímulos paisajísticos, gastronómicos o aventureros que se van sucediendo,
cuanto de la propia experiencia de haber decidido hacerlo y afrontar sus
exigencias. Casi todos los días hacemos alguna broma de que “vamos a volver nuevos”.
Desde luego, la diferencia de esta travesía con
la típica excursión marítima de un día o una tarde, es inmensa. Si hay alguna
forma de “renovarse” a fondo, ésa es la que estamos viviendo. Se la
recomendaríamos a cualquiera, aunque no tanto a los jóvenes, que no necesitan
de estos consejos, cuanto a la gente de nuestra edad, en el tránsito entre la
actividad productiva y la jubilación, a quienes probablemente les venga bien
recordar que pueden “aprender a cambiar”.
JUANJO
Me resulta
raro ver este barco en puerto tantos días seguidos, pero no hay mal que por
bien no venga, se han hecho las reparaciones correspondientes que garantizarán
que el resto del viaje se pueda llevar a cabo.
Que mejor puerto que el de
Valencia para estos menesteres, pero como vivo en esta ciudad para mi ha sido
algo raro, ver el Raw Prawn quietecito diciéndome: “embarca” y pensar: bueno
tengo muchas ganas de hacerlo, esta dama va a estar por aquí varios días aún,
pero esta vez no será……al final la sensación de que siempre me estará esperando
surge y me da ánimos para armarme de paciencia, esa que a estas alturas de mi
vida me ronda constantemente.
No es una
sorpresa descubrir buenas gentes entre las tripulaciones variopintas de este
barco, en esta ocasión no ha sido menos, todos son geniales, quizás Sintra (yo
la llamo así) me ha sorprendido si cabe más porque su sencillez y buen humor
que son abrumantes, un verdadero placer.
Gracias a
todos, Marce, Marión, Miche, Sintra, Manolo, Andrea por dar vida a este sueño
que cada año se hace realidad y me cura de todos mis males.
Buena travesía
y buenos vientos.
ANDREA
De
nuevo a la mar!!!
Despues de unos dias en Valencia, con una
estadia mas prolongada que lo imaginado por obra y gracia de la inversora, como
dice el dicho no hay mal que por bien no venga.
Nuestro amigo Juanjo se quejaba de lo corta de la estadia cuando le anunciamos
nuestra llegada y finalmente por esas
cosas del destino terminamos compartiendo unos dias mas de lo pensado con
muchas tareas por delante y la mejor predisposición.
Conseguimos un mecanico que nos inspiró
confianza desde el primer día cuando llego con su gran caja de herramientas y
su furgoneta que era un taller movil . El inconveniente, salvo unos cuantos Euros
menos en los bolsillos para Marce, esta solucionado.
Los tubos de bucear con la revision, al
dia , los molinetes con su respectivo service y la vela ya tiene sables nuevos.
A modo de festejo Marion preparo un solomillo
con salsa de ajo para chuparse los dedos y Juanjo una Caipirinhia para cerrar
una etapa de la mejor manera brindando felices y entre buenos amigos, habiendo
superado el primer escollo con buen humor.
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