jueves, 28 de mayo de 2015

Fase-A - Día 11



Miche se “arranca” a fregar los platos del desayuno, es lo que se llama tener un impulso.


Hoy es EL DÍA, en que si todo va bien, “empezaremos” de nuevo el viaje. Será como re-iniciarlo, ya que si no estuviera disponible el repuesto necesario, no podríamos volver a salir. Afortunadamente en Valencia hay de todo y la marina es excelente y barata, en ese sentido hemos tenido mucha suerte, me puedo imaginar lo que hubiera pasado si esto nos ocurre en Albania.

Así que pido a cuantos siguen nuestras aventuras que (como se decía en la misa de mi juventud):

ORA PRO NOBIS.


También habrá que izar el nuevo dingui y emplazarlo convenientemente para la travesía, poner las líneas de vida, hacer una compra grande y preparar comidas para la travesía que nos espera a partir de mañana (así dicho con certeza).



A la primera hora aparecen los mecánicos con su furgoneta taller. Empiezan a desmontar la caja con los habituales problemas, aunque con sus herramientas y sobre todo con su experiencia lo van solventando. El problema surge cuando sacan la nueva de su caja: RESULTA QUE EL ACOPLE ES MAYOR, se han equivocado en la referencia y corresponde a otro motor mayor. 























Hay dos soluciones:

1.- Cambiar la caja y esperar a que venga la correcta en uno o dos días.

2.- Cambiar la corona de acople de la nueva a la vieja.


Como el mecánico no puede venir otro día, llamamos a la casa para saber si a pesar de hacer ese cambio no se perjudica la garantía, nos dicen que si. Los mecánicos proceden al cambio con las consabidas dificultades. En ese proceso de espera arreglan la alimentación del generador que sigue dando problemas, parce ser que el decantador está rajado y por eso toma aire, lo puentean y parce que va bien.


El proceso de instalación también es complicado, de paso se arreglan pequeños desperfectos como abrazaderas rotas, manguitos gastados, etc. Finalmente todo queda instalado. Hacemos las pruebas para ver que funciona bien, quedando satisfechos a falta de la verdadera que es en el mar, pero parece que así será. Este señor es un verdadero profesional, hubiera sido difícil superarlo.



Viene Juanjo con las botellas retimbradas y termina de afinar el MAXSEA, que ahora parece que ya marca la dirección y velocidad, también deberá comprobarse en el mar. Comemos algo y promete venir a cenar con nosotros. Siesta, al levantarse colocar el dingui en su sitio y poner la bitácora incluyendo la colocación de los leds del compás que suelda Manolo, aunque luego descubrimos que los cables que lo alimentan no tienen corriente, habrá que conectarlo a las luces de navegación. 



















 
La cena es fantástica con caipirinha incorporada. Es una pena, pero ¡hay que partir! Es la vida del nómada que tiene que seguir su camino.





MICHE

DIARIO DE UN PRINCIPIANTE (7)

Continuamos en la parada de Valencia. El proceso de reparación de la inversora (ese es el nombre técnico del control “avante-atrás” del barco) sigue su curso y los pequeños trabajos siguen ocupándonos sin excesivo apremio. La playa de la Malvarrosa continúa prestando valiosos servicios, y a veces parece que estamos de turismo, aunque con un hotel un poco raro.


Pero no es así. Este no es un viaje de turismo. Ahora que lo pienso, no sabría decir con exactitud en qué tipo de viaje nos hemos embarcado mi mujer y yo. Habiendo cumplido con creces los sesenta años, no podemos considerarlo un viaje iniciático, y deberíamos considerarlo sería más bien el cumplimiento de un antiguo sueño de juventud. Pero hay más cosas.


Es también un viaje de “puesta en forma”, sobre todo para mí. El proceso resulta mucho más lento de lo previsto, aunque, al haber multiplicado por diez el nivel de actividad física habitual, la recuperación está funcionando, dentro de las limitaciones propias de la edad. Y es también un experimento de adaptación al cambio o, más exactamente, de aprender a cambiar, de aceptar los cambios que se presentan ante nosotros. Trataré de explicarlo con un jemplo.


En los espacios estrechos del barco, nuestro cuerpo está aprendiendo a percibir su posición en relación con el entorno. De entrada, nos hemos dado un buen número de pequeños golpes contra todo tipo de obstáculos y hemos aprendido a evitarlos. Hemos sentido pequeñas desorientaciones, y aprendido cómo y por qué se mueve el barco. Y hemos comprendido la razón por la cual todas las cosas tienen que estar fijas en su sitio y en perfecto orden. Lógicamente, a base de arañazos y raspaduras,  acabaremos moviéndonos con la soltura de los veteranos, superando la abrumadora sensación inicial de torpeza.


Lo importante, de todas maneras, no es habituarse a este barco, sino percibir que tenemos capacidad de hacerlo. Porque, en paralelo a la mejora de nuestra ubicación en el entorno físico, estamos desarrollando una cierta percepción de que también podemos reubicarnos en los entornos profesional, social y familiar en que nos movemos. En la tercera edad, esto es importante.

Dicho de otro modo, este viaje está aumentando nuestra autoestima, la de Sintry y la mía, precisamente por el hecho de poder disfrutar de él. No tanto de los estímulos paisajísticos, gastronómicos o aventureros que se van sucediendo, cuanto de la propia experiencia de haber decidido hacerlo y afrontar sus exigencias. Casi todos los días hacemos alguna broma de que “vamos a volver nuevos”.


Desde luego, la diferencia de esta travesía con la típica excursión marítima de un día o una tarde, es inmensa. Si hay alguna forma de “renovarse” a fondo, ésa es la que estamos viviendo. Se la recomendaríamos a cualquiera, aunque no tanto a los jóvenes, que no necesitan de estos consejos, cuanto a la gente de nuestra edad, en el tránsito entre la actividad productiva y la jubilación, a quienes probablemente les venga bien recordar que pueden “aprender a cambiar”.







JUANJO


Me resulta raro ver este barco en puerto tantos días seguidos, pero no hay mal que por bien no venga, se han hecho las reparaciones correspondientes que garantizarán que el resto del viaje se pueda llevar a cabo. 
Que mejor puerto que el de Valencia para estos menesteres, pero como vivo en esta ciudad para mi ha sido algo raro, ver el Raw Prawn quietecito diciéndome: “embarca” y pensar: bueno tengo muchas ganas de hacerlo, esta dama va a estar por aquí varios días aún, pero esta vez no será……al final la sensación de que siempre me estará esperando surge y me da ánimos para armarme de paciencia, esa que a estas alturas de mi vida me ronda constantemente.  

No es una sorpresa descubrir buenas gentes entre las tripulaciones variopintas de este barco, en esta ocasión no ha sido menos, todos son geniales, quizás Sintra (yo la llamo así) me ha sorprendido si cabe más porque su sencillez y buen humor que son abrumantes, un verdadero placer. 


Gracias a todos, Marce, Marión, Miche, Sintra, Manolo, Andrea por dar vida a este sueño que cada año se hace realidad y me cura de todos mis males.


Buena travesía y buenos vientos.




ANDREA



De nuevo a la mar!!!



Despues de unos dias en Valencia, con una estadia mas prolongada que lo imaginado por obra y gracia de la inversora, como dice el dicho no hay mal que por bien no venga.


Nuestro amigo Juanjo se quejaba de lo  corta de la estadia cuando le anunciamos nuestra llegada y finalmente  por esas cosas del destino terminamos compartiendo unos dias mas de lo pensado con muchas tareas por delante y la mejor predisposición.

Conseguimos un mecanico que nos inspiró confianza desde el primer día cuando llego con su gran caja de herramientas y su furgoneta que era un taller movil . El inconveniente, salvo unos cuantos Euros menos en los bolsillos para Marce, esta solucionado.

Los tubos de bucear con la revision, al dia , los molinetes con su respectivo service y la vela ya tiene sables nuevos.



A modo de festejo Marion preparo un solomillo con salsa de ajo para chuparse los dedos y Juanjo una Caipirinhia para cerrar una etapa de la mejor manera brindando felices y entre buenos amigos, habiendo superado el primer escollo con buen humor.





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