sábado, 30 de mayo de 2015

Fase-A - Día 13



MARJO


Desde el barco tengo una preciosa vista sobre el bonito pueblo de Peñiscola. Su muralla, sus blancas casas y encima de todo el castillo. Amaneció un día precioso (veo que utilizo mucho la palabra “precioso/a” pero de verdad es una maravilla. Sé que estoy en Peñiscola pero esto también podía ser un pueblo de Italia o de Grecia. Los pueblos del Mediterraneo se parecen mucho. 

Todos han ido a dar una vuelta por el pueblo pero como dice Dani que todos los pueblos tienen la manía de poner los castillos en alto he preferido quedarme en el barco. 


La travesía fue otra vez una gozada. No me acuerdo haber navegado tanto a vela sin motor como en este viaje. Y esto que tenía un poco de miedo por las travesías largas pero menos una noche, todo ha sido de lo más tranquilo. ¿Será que me está cambiando la suerte? Y a partir de ahora Eduardo puede navegar otra vez conmigo sin miedo a que atraigo las tormentas, mal tiempo y mar movido? Me temo que es más bien Sintry que tiene buena suerte, como dice ella tiene “Baraca” (¿¿??)


La estancia en Valencia fue muy grata. Todos saben de mi afición a los puertos -el mejor sitio para un barco(¡!)- También que estuvo Juanjo y su inestimable ayuda en todo. La última noche fue muy divertido como demuestran las fotos y la caipiriña le salió a Juanjo como nunca. O tal vez era porque hacía mucho tiempo que no me tomaba una caipiriña.


Cuando vuelva el personal iremos a una calita a fondear, hacer una barbacoa y pasar la noche. Y tal vez mañana nos iremos a Tarragona. Marcel se equivocó en los días pensando que el día 1 era domingo y no, es lunes con lo que ganamos un día. Bueno, así compensamos un poco que a la ida de Smir a Valencia paramos sólo una vez y esto en Almería obligados. Ya veremos que viento tenemos y que podemos hacer.



MARCE


A 6,15, ya estábamos Manolo y yo esperando la salida del sol, para captar esas luces indescriptibles del alba. Luego dimos un paseo por el pueblo, sin nadie, todas las tiendas y restaurantes cerrados, éramos los únicos, junto con alguna estatua del Papa Luna, llamado Benedicto XIII.



 ¿Cuántos de estos candados ya no significan nada más que una chatarra?




Nuestro barco en el CLUB NÁUTICO local


Benedito XIII con la tiara


Imagen típica mediterránea

Antiguas garitas, hoy solo vigilan turistas













 











Volvemos al barco cargados de fotos, desayunamos y  menos Marjo, nos vamos de turistas. El castillo muy bien conservado, muestra la historia de esta fortaleza, desde la que un día un aragonés  rigió los destinos de la Iglesia Católica.



Esta es una panorámica espectacular de Manolo desde el castillo del puerto y la playa.



Salimos rumbo al delta del Ebro, concretamente al puerto de Casas de Alcanar. Una vez allí veremos si nos quedamos o vamos a fondear. Una última mirada a la península rocosa.


Navegación plácida, con poco viento, sol y mar llano. Cerveza en mano y crema en el cuerpo. Algunas… se regodean pensando en la vuelta, lucir un color para envidiar.

Llegamos al puerto de Casas de Alcanar, damos una vuelta por el puerto y decidimos fondear en las proximidades. Andrea comprueba el fondeo, picoteamos un poco.


Después de comer y la siesta, tenemos la intención de sacar el dingui, acoplar el motor, comprobar que todo funciona. Un barco debe ser bautizado con cava, como romper la botella sobre un casco hinchable no es posible, decidimos verter el líquido sobre su cubierta, nombramos madrina a Marjo que a partir de ahora será la que cuidará que no se separe del buen camino.

Lamentablemente una tormenta se cierne sobre nosotros y empieza a llover, aconseja posponer la botadura. Lo malo es que como siga, se nos va a estropear también la barbacoa. Finalmente pudimos encenderla y cocinarla, eso si, con un buen meneo, atravesados al mar. Cenamos en el salón, ya que hacía fresco.

Las copas sin embargo las tomamos en la bañera disfrutando de la puesta de sol.






MICHE 

diario de un principiante (8)

Ya estamos de nuevo en camino. Hemos tenido un trayecto Valencia-Peñíscola calmado y soleado y, después de dormir y  visitar el castillo del Papa Luna, vamos en busca de un lugar para fondear, rumbo a Areyns de Mar. La mar está en calma y después de un buen rato de tomar el sol en cubierta me he venido al camarote a escribir estas líneas.


Lo más destacable de la parada en Valencia ha sido el hormiguillo que nos estaba entrando a todos de continuar viaje. La estancia en la Marina Rey Juan Carlos era grata y cómoda, pero según iba alargándose, daba la impresión de que algo faltaba. Ahora que lo hemos recuperado sabemos lo que es: la sensación de viajeros en marcha.


Desde que nuestra especie bajó de los árboles, los humanos nos hemos agrupado para viajar. Hablo de viajar en serio, de explorar nuevos territorios, encontrar nuevos recursos, cumplir el mandato bíblico de “id, y llenad la Tierra”. El viaje en grupo puede hacerse en caravanas de camellos, carromatos de bueyes o, como no, en barco. Durante el trayecto, el grupo y el medio de transporte acaban identificándose entre sí, lo que es especialmente cierto en el caso de los barcos. En nuestro caso, esa identificación es lo que echábamos de menos, e incluso  temíamos que se fuera diluyendo en nuestra espera valenciana de la nueva pieza del motor.

Creo que fue por eso que hicimos una pequeña fiesta de despedida/partida la noche antes de salir, con caipiriña y todo. Estábamos contentos de recuperar la actividad en grupo a bordo. “Nuestro” barco ya estaba en marcha otra vez. Así debían ser las cosas. 


La visita al castillo de Peñíscola lo confirmó. El encanto de la llegada al puerto por la noche, y el de despertarse rodeados de la histórica ciudad bajo un espléndido sol matutino, lo habíamos sentido todos juntos. Juntos salimos a ver la ciudad muy temprano y llegamos al castillo antes de que abriese el monumento o se instalasen los puestos de venta para turistas. Nosotros no éramos turistas. Nuestro grupo era otra cosa.

¿Qué éramos? ¿qué somos? Una tripulación que empieza a compenetrarse entre sí y con su barco. Ayer tuvimos un excelente largo, con buen viento, buen mar y sin motor; quién más, quien menos,  estaba satisfecho del buen trimado de las velas, del deslizarse del barco frente a la costa, bien afinado. Hemos mejorado, desde el primer día. El mérito es, por supuesto, de los veteranos; pero los novatos ponemos también nuestro granito de arena. Y la evolución es reconfortante para todos.


Marce ha usado en varias ocasiones la expresión “nómadas” para referirse al tipo de personas  que gustan de expediciones como la que estamos haciendo. Y algo de eso hay. Son gente que ha nacido bajo una estrella errante, como Clint Eastwood en “La leyenda de la ciudad sin nombre”.  Compartir de algún modo algo de ese espíritu es muy estimulante. 

Además, estos días de buen tiempo son una maravilla.  Esperamos ilusionados la experiencia del fondeo en alguna cala recogida, sólo para nosotros. Mientras tanto, estos párrafos recién hilvanados  son mi forma de compartir el desarrollo de un viaje muy especial.

¡Hasta la próxima!





MANOLO


El tiempo parece favorecernos y en este recorrido de Valencia a Peñiscola fue todo lo que se puede pedir para hacer el viaje placentero.

Llegamos a Peñiscola ya de noche cerrada y atracamos en el pantalán del club náutico de la Ciudad, pasando la noche cómodamente y antes de la 6.00 ya estaba de pie para fotografiar el amanecer con el castillo de fondo. A este safari se une Marce y después de las correspondientes fotos del sol damos un tour por el pueblo fotografiando todos sus rincones, regresando al barco para nuestro familiar desayuno que una vez terminado dio paso a un paseo en grupo visitando el Castillo. Una vez regresado al Raw Prawn se soltaron amarras dando por terminada esta visita a este bonito pueblo.


Después de una buena navegación llegamos a Casa de Alcanar donde realizamos nuestro primer fondeo tocándome el cometido de fondear el ancla para pasar el resto de la tarde en este lugar, la tarde se estropea por una pequeña tormenta y el Patrón desiste de realizar el bautismo del Dingui dejándolo para mañana.




SINTRY


Hola a todos, estos días han pasado un montón de cosas y todas buenas. 
La primera es que desde el día 26 y con la ayuda DE Juanjo SE SOLUCIONARON LOS PROBLEMAS DEL BAÑO DE POPA y Miche (no sabemos cómo) resolvió el problema del de Proa con lo que la vida se ha recompuesto mucho. La vida en le barco sigue su curso, entre bromas y risas cada día somos más una familia de “locos nómadas marinos”.   

Ayer llegamos por la noche a Peñíscola (esto ya lo han contado todos los demás y ya lo sabéis), pero seguro que no han dicho que hemos desayunado con el Papa Luna, un tipo curioso y con cara de mal café, miedo da os lo garantizo. La verdad es que al contemplar esta fortaleza de los templarios uno puede trasladarse al siglo XII y revivir un Mediterráneo diferente al de hoy, pero igual de azul y de hermoso.   
El tiempo pasa demasiado de prisa y mi bautizo marino desgraciadamente llega a su fin. En breve tendré que ponerme los zapatos, las medias y el traje de chaqueta para volver al rol de profesora. No sé si podré resistirlo. Me planteo convertirme en la famosa rata que vivió en el Raw Praw (véase viejas historias de las tripulaciones) hace unos años e instalarme a vivir entre las cuadernas y continuar en esta aventura. En fin no será posible (abulto demasiado para convertirme en rata) y además ya se sabe “NO SIEMPRE ES POSIBLE LO QUE SE QUIERE”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario