Noche tranquila, sin luna ni nubes, las luces de la costa española
festonean el horizonte.
Por la mañana Andrea comienza las maniobras para poner el spi, pero el
viento sube y preferimos ir solo con la
mayor, quitamos el motor, ¡¡vamos a siete nudos!!.
Nos visitan delfines con gran contento de los “novatos”, que se maravillan
de sus evoluciones en la proa.
En definitiva vamos muy bien, aunque mi temor es que según el GRIB cambie
el viento justo al llegar al Cabo de Gata, veremos que pasa.
Tenemos algunas dudas sobre qué hora del ángelus aplicar, si la española o
la marroquí, finalmente optamos por adaptarnos a la europea, que será la que
rija la vida a bordo hasta que lleguemos a Montenegro, Albania y Corfú, pero
para eso todavía nos queda un buen trecho.
Me doy cuenta que hemos perdido tres sables de la mayor, lo extraño es que
cuando cayeran, nadie se diera cuenta. Habrá que encargar otros.
El caso es que comemos estupendamente una carne guisada, por la tarde sigue
buen viento de aleta, con sol. La pregunta es si cambiará tan radicalmente como
pronostica el GRIB, esperemos a ver lo que pasa para tomar decisiones.
La tarde transcurre al sol, Andrea da clases de nudos a Sintry.
La primera singladura, es de 121 millas, es decir la media “ajustada”
esperemos que siga así, aunque el pronóstico es que cambie a NE, de momento han
pasado las 19 horas y aunque ha rolado algo, no ha cambiado. Un primer gintonic
con hielo fabricado a bordo nos sabe a gloria, mientras el barco surfea las
olas y vamos casi a rumbo para pasar el cabo de Gata.
El viento no solo no cambia de dirección a la hora prevista, sino que
aumenta en intensidad, por lo que quitamos la Génova y el barco va más
tranquilo. Seguimos a rumbo. Pero todo es engañoso, de modo súbito y violento
rola a levante, el descuartelar se convierte en ceñida rabiosa, el cabo de Gata
parece inaccesible.
Por más que lo intentamos no somos capaces de avanzar una
milla, después de tres bordos infructuosos ponemos rumbo a Almería a donde
llegamos a las 7,30 del día 20. Previamente el motor se para repentinamente,
sin embargo arranca bien, la marcha avante no engrana. Andrea cree que hemos
enganchado algo en la hélice, revisando los costados encuentro una escota de la
trinqueta que se quedó suelta en el agua con el chicote desgarrado, esa es la
causa. Después de intentar avante y atrás, por fín engrana, en el puerto tendré
que revisar la hélice y el timón.
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