Ayer nos
pudimos conectar, ¡ya aparece la marca de posición del barco, aunque esté en
tierra firme! Mandé la crónica a Josu, seguro que ya está publicada.
Compramos
medio kilo de gambas y un pargo de dos kilos que nos zampamos trasegando dos botellas
de vino de Rueda.
Hoy amanece
con calma total, ya me empiezo a preocupar por esta bonanza, no sea que se
acabe cuando empecemos a navegar, ayer me olvidé de bajar el GRIB, pero hoy sin
falta tengo que hacerlo.
En cuanto a
los trabajos, si todo va bien ¡I’m shalá!, vendrá el experto en fibra, para
reparar las fisuras de la pala del timón; el electricista y el mecánico para
unas cuantas cosas pendientes y otras que irán surgiendo.
Yo tengo que
rellenar de grasa el cuerpo de la hélice, a la que ayer cambié el ánodo.
Mis
tripulantes seguirán con las tareas de adecentamiento, entre las cuales
destaca:
* Lijar la
regala para barnizarla y repararla.
* Limpiar
las defensas
* Lavar las
amarras
* Ordenar el
área de la cocina
* Limpiar el
reloj (el de la HRB) y el barómetro.
En general
hemos podido cumplir bastante de lo previsto, incluso han venido el mecánico y
el electricista adelantando tarea, que espero quede casi terminada mañana.
Esta noche:
coquinas, cigalas y chipirones…
MICHE
Sigue la tarea de arranchar el barco. Es una forma de
descubrir lo que es una embarcación realmente apasionante.
Desde la atención a
lo minúsculo, como un pequeño goteo de agua, hasta la conexión con las redes
mundiales de satélites, todo requiere atención. Por supuesto, a los
principiantes nos tocan tareas fáciles; todavía no hemos fregado la cubierta
pero ya nos tocará: de momento con quitar pinturas y barnices viejos y
prepararlos para una nueva capa tenemos bastante. Eso, después de desprecintar
las escotillas y limpiar los restos de pegamento -de tres tipos de cinta
adhesiva distintos- tenemos bastante.
De momento mi
mujer, Sintry, y yo ya hemos aportado nuestro granito de arena a la seguridad
del barco. Ella descubrió una vía de agua, al notar agua en los pies en una
zona próxima a la cocina. ¡Agua en el área habitable!: eso sería de alerta
máxima por regla general, pero no lo es para nosotros, que tenemos en barco
sobre soportes en el varadero. Con gran frialdad, Sintry buscó su origen y lo
encontró en una picadura en la cubeta del fregadero. Un poco de soldadura en
seco y asunto arreglado: Marce tiene soluciones -y repuestos- para todo.
Por mi parte, descubrí que un tornillo de sujeción de la
antena de radar faltaba; de nuevo los repuestos de Marce lo solucionaron; los
otros tres tornillos pudieron descansar de su ímproba tarea de sujetar la
antena ellos solos.
Como veis, el Raw Prawn prácticamente no tiene defectos.
¿Queréis saber lo que más me sorprendió al entrar en él? Que se trata de un
barco vivido. Se nota en todo; en que, como la habitación de nuestros hijos,
está lleno de pegatinas y recuerdos por todas partes (fijos en su sitio: en un
barco no puede haber nada suelto); en que las marcas de uso y desgaste están
donde deben estar; y en la diferencia con algunos barcos de fin de semana en el
tipo de cosas que aparecen por todas partes: mucha electrónica, piezas y
herramientas variadas, envases reciclados...
Desde luego, es un barco con muchos
miles de millas a sus costillas (¿o deberá decir cuadernas?), y en su exterior
se nota que está “navegado”; pero, en su interior, es realmente, un barco
vivido.
Bueno, la lijadora me espera; basta de divagar por hoy.
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