domingo, 24 de mayo de 2015

Fase-A - Día 7



Hoy son las elecciones ¡qué lejos nos queda todo eso! Se terminó la jornada de “reflexión” Unos habrán soñado con los resultados, de ellos dependerá su vida y sobre todo su hacienda. Yo, sin embargo, esta noche he soñado con el libro de poemas de Pablo Neruda LOS VERSOS DEL CAPITÁN ¡qué cosas nos pasan!

Juanjo es presidente por sorteo de una mesa electoral, por tanto hasta mañana no nos veremos. Tiene su casa en obras y no nos podrá acoger en ella como sería su deseo. Tranquilo, volveremos una y otra vez para gozar de tu hospitalidad.



A las diez de la mañana de la fecha prevista, llegamos a Valencia primera etapa de este viaje. Hemos tenido de todo, así mis nuevos tripulantes sabrán que para navegar –lo mismo que para otras muchas cosas- es necesaria la paciencia y adaptarse a las circunstancias que no podemos cambiar. La tripulación como conjunto, ya está trabada. Surgen dichos propios, complicidades, claves de comunicación. Pasa casi siempre que hay armonía en un grupo humano con fuertes lazos de convivencia.








Marina Real canal 67.

Cuesta algo encontrarla, pero está estupenda. Repostamos gasoil 150 litros y compramos dos botellas grandes de butano. Como digo que tengo la caja estropeada, me remolcan al amarre. Allí desmontamos la bitácora, por cierto con bastante trabajo para sacar los tornillos y tratamos de tensar el mando que regula la marcha avante y atrás. Pensamos que tal vez tensándolo pueda engranar mejor. Finalmente lo desmonto de la caja y pruebo a mano, la conclusión es desoladora: EL PROBLEMA ESTÁ EN LA CAJA.

Llamo a un mecánico que promete pasarse mañana por la mañana, pero su opinión es pesimista, probablemente lo mejor será cambiar la caja por otra hidráulica, ello conlleva que tenga las mismas cotas que la vieja y encaje en su lugar manteniendo el mismo ángulo con el eje. Total UN GRAN PROBLEMA, tanto de tiempo, de disponibilidades como de dinero, esto último es lo menos importante, los otros dos aspectos no están en nuestras manos.

Hasta mañana por la mañana, no habrá un atisbo de solución. Os mantendré informados a todos.












MICHE

Cenamos todos juntos
Continúa el viaje y vamos doblando los cabos que nos presenta la costa mediterránea. Se han convertido en los hitos principales de la travesía. En realidad así ha sido en todos los tiempos; por algo la navegación de bajura se llama de “cabotaje”. Hemos pasado el de Gata, el de Palos y el de la Nao como referencias principales, cada uno de ellos con su personalidad. En el de Gata tuvimos que hacer dos intentos, y en los otros dos nos adentramos mucho mar adentro, buscando el rumbo adecuado para superarlos. Los vientos no nos eran favorables.

La personalidad de los cabos tiene varios componentes. En ellos el viento y las corrientes cambian de dirección y  siempre parece que hay algo nuevo al otro lado. El de Palos, por ejemplo, muestra de un lado  a Cartagena, la antigua Cartago Nova, hoy militar e industrial, y, de otro, el muy turístico Mar Menor con su Manga frente al Mar Mayor. Dos paisajes y dos historias, con otros paisajes e historias detrás.  Cartago, tiene su historia trabada con Roma, que acabó con ella. Denia es, como Cartago también colonia fenicia. Todo ello añade al color del paisaje un tinte especial.

Los cabos, como las cordilleras o los grandes ríos, dejan huella. Tras ellos, la travesía será otra para el viajero. El atardecer en el Cabo de la Nao, desde el barco, fue espectacular. La entrada en la sombra del cabo al anochecer trajo consigo un frio glacial,  repentino, probablemente al coincidir con vientos del norte. El nuevo rumbo hacia Valencia nos facilitó una singladura tranquila por la noche. Descansamos mejor.

En la vida también vamos doblando cabos. Los grandes cambios en nuestra peripecia personal muchas veces se presentan como la llegada a la cumbre de una colina o un cerro, y el comienzo del descenso hacia un nuevo valle en tierras ignotas. Si bien lo vemos, se parecen más a doblar un cabo. Al hacerlo, también se descubren nuevas tierras, pero no las vemos desde arriba, ni tenemos una vista general de lo que nos espera, sino que permanecemos en el mismo nivel.

Lo que cambian al nivel del mar son las circunstancias, la temperatura, el viento, las olas y las corrientes. Ante ellas, aparejamos la embarcación de distinta manera. Pero la decisión fundamental de donde hacer tierra la tomaremos en las mismas condiciones que antes de doblar el cabo. Tendremos que decidir, invariablemente,  con lo que vemos desde el nivel en que estamos. Desde luego, la costa nos puede ofrecer acogedoras bahías invitándonos a desembarcar, pero será todo lo que tengamos. En la vida, como en el mar,  actuamos con visibilidad limitada.

El trayecto final hasta Valencia ha sido plácido. Mar plana, vientos flojos, tranquilidad. Lo que me permite estas divagaciones, tan propias de los viajes marítimos. Allá, en tierra, a unas millas de distancia, hay elecciones políticas. En otras circunstancias, estaría siguiéndolas con interés. En este paréntesis marítimo, verse a uno mismo doblando los cabos de la vida tiene mayor encanto.
Ma temo que esta placidez acabará pronto; parece que alguna avería nos acecha. Voy a ver si me entero. 

¡Hasta la próxima!


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