La costa es desértica no hay construcciones, salvo varios
búnkeres, tanto de cañones como de fusileros, no hay casas, ni carreteras.
Calor, que paliamos con baños y cervezas, todo lo frías que
la pequeña nevera es capaz. Comemos un arroz hecho con el caldo de los huesos
de la barbacoa de hace dos días, ¡¡buenísimo!! Julia es una artista del
reciclado culinario.
Por fin vamos acercándonos a destino, tengo curiosidad de
saber cómo está este lugar después de seis años. No tengo idea de lo que
podremos hacer, dejemos que sea el destino quien marque nuestro futuro.
La tarde languidece al ritmo de Maria Bethania “as cancoes
que voce fez pra mim”.
Llegamos a PANORMOS (Puerto Palermo) ¡nada ha cambiado! Está
tal como lo recordaba del año 2009. Una pareja de austríacos que están en un
catamarán nos ayudan a amarrar. Un policía coñazo, nos pone pegas ya que el
papel que nos dieron en Durres pone destino Corfú, después de una charla
quedamos como “amigos” le regalo una botella de vino español.
Vamos a cenar en el restaurante de Clarko, se acuerda de
nuestra estancia, cenamos bien y sólo terminamos dos botellas de medio litro de
su delicioso rakia. Para mañana a las 12 vendrá a buscarnos un amigo suyo para
recorrer los sitios interesantes que teníamos previsto. Le encargamos para
cenar un cabrito ¿Se puede pedir más?
JOSU
Llegamos a Puerto Palermo sobre las 19 horas. No sé por qué
se llama Puerto… porque no hay puerto. Es un espigón con cuatro ruedas de
camión del año catapún.
El pueblo es pequeñito y creo que sólo existe un bar: el
restaurante de Clarko. Vamos allí y ya, antes de sentarnos pedimos media docena
de cervezas, grandes y muy, muy frías. El bar tiene una terraza con una gran
parra que da sombra y desde donde se ve la fortaleza del pueblo. Cenamos
chuletillas de cordero, ensalada, crema de queso y yogur (crema de yogur). La
crema de queso y el yogur están buenísimos.
En la tertulia se acerca una pareja de austriacos que están
(viven) en un catamarán. Nos dicen que planean dar la vuelta al mundo: bajar a
Canarias, cruzar el atlántico y pasar al pacífico por Panamá. Vienen de Croacia
y también nos cuentan que la noche anterior han pasado por una tormenta con
fuerte viento (rachas de 60 nudos) y granizo, del tamaño de avellanas. Es la
tormenta que vimos ayer por la noche. Menos mal que no la sufrimos!!
La tertulia se alarga y nos cierran el bar. Nos despedimos
de los austriacos y continuamos nosotros en la bañera del barco: un par de
gintonics con el poco hielo que nos han dado en el restaurante y un chupito de
Cardenal Mendoza. Buen ambiente y a la cama.
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