Nos amarramos a una boya por 10 € y vamos a
dar un paseo por la ciudad, visitar su castillo y tomar un café en una de esas
terrazas voladas sobre el mar, contemplando nuestro barco y el magnífico
panorama que le rodea. Tenemos ocasión de ver salir a uno de los barcos que se
dedican a la pesca del pez espada con arpón, nos llama la atención su enorme
mástil, desde el que se dirige y el larguísimo bauprés donde se sitúa el
arponero.
JUANJO
La navegación nocturna sigue su
cotidianeidad, nada de viento mar en calma y el motor del barco apenas unas
pocas pocas vueltas más que en relentí lo que hace que apenas se sienta. Esta
vez me levanto de guardia a las cuatro y puedo ver la belleza de la salida del
sol mientras charlo con José Luis, los músculos un poco resentidos de la
ascensión de ayer pero seguro que con los paseos que hoy se reaniman.
Llegamos a Scilla muy temprano, un amable
ormeggiatore nos atiende y nos da boya, así no tendremos que bajar el dingui.
Visitamos el bellísimo pueblo, el lugar queda grabado en mi memoria para
volver en otro momento, estoy seguro de
ello. Toda la tripulación deambulamos por la ciudad bien temprano cuando apenas
hay turistas, estamos bien compenetrados, hacemos caso al capitán en todo
momento, nos dejamos llevar. Las callejuelas estrechas dejan pasar
perfectamente el aire que corre entre nuestros cuerpos, el sol apenas entra en
las calles al ser estrechas, miles de flores y plantas decoran las fachadas y
también miles de gatos campan a su libre albedrio por las mismas. Los rincones
con vistas a la bahía y sus barcas de pesca compiten entre sí a cual más bello
y original.
Paseamos hasta llegar a la fortaleza que
alberga un pequeño museo donde se muestran las artes de pesca y diferentes
especies marinas. La escalinata para subir nos mata un poco pero pronto
calentamos las piernas y subimos todos como jabatos. Bajamos de nuevo al puerto y tomamos un café
en terraza con vistas al mar mientras seguimos observando a la barcaza que esta
mañana salió a pescar pez espada, se divisa su mástil y al señor que se
encuentra en lo más alto avistando un posible banco de peces. Discutimos sobre
los planes de los siguientes días, hay diversidad de opiniones, Barry prefiere
poner los pies en Sicilia y “apuntarla” en su lista de Islas, jaja en mi caso
preferiría ahondar más en el sur de Italia (el continente) pero haremos lo que
se decida entre todos, estamos en democracia, jaja Es hora de volver al barco, Fernando y yo
regresamos a nado desde la terraza, los demás en el dingui de la marina.
Otra vez la vida dura del turista, hay que
salir hacia Regio Di Calabria, hoy queremos dormiremos allí y mañana tocará
Taormina, antes de regresar al continente.
Comemos por el camino los espaguetis que
sobraron de ayer, hoy están mejor si cabe. Dejamos para el final los boquerones
en vinagre que hizo ayer Marce para evitar tirar los espaguetis.
Una vez en Regio como de costumbre aparece el
amigo Saverio que charla un poco con Marce, después hacemos gasoil y agua, por
desgracia hoy en día ya no se puede amarrar en el puerto estatal, se ha
convertido en un puerto donde amarran los barcos provenientes de embargos por
aduanas etc..
Nos acomodamos en el puerto deportivo pues no
es muy caro. Que bien, tendremos agua y luz para derrochar. Hoy tocará hacer la
cena con la cocina eléctrica en la bañera, cada día hay algo nuevo que hace que
los días pasen sin enterarse y sin aburrimiento.
Hacemos la colada nos duchamos y salimos a
descubrir la ciudad y lo más importante a ver esas dos estatuas de bronce tan
especiales.
Primero visitamos el museo donde se
encuentran las dos estatuas, el museo tiene cinco plantas pero sólo una está
abierta (donde se encuentran los bronces), la verdad es que los bronces no te
dejan indiferente, son de una belleza y perfección impresionantes,
verdaderamente parece mentira como 500 años antes de Cristo pudieran trabajar
de esa manera y crear esas maravillosas obras.
Salimos del museo y paseamos por la calle
principal de la ciudad que está llena de tiendas de ropa (todas las firmas)
mientras nos acercamos a la fortaleza Aragonesa. Fernando aprovecha para
comprar unos zapatos pues ayer con Vulcano los fundió…..Encontramos unas rampas
eléctricas que nos ascienden hasta la altura de la fortaleza (que suerte). La
fortaleza está en reformas y rodeada de coches y casas lo que la empequeñecen
un poco, imagino que cuando esté restaurada dejarán la zona más despejada.
Hace un calor de canícula, buscamos una
heladería y nos tomamos unas cervezas mientras nos ponemos al día de Internet.
Pronto salimos de nuevo al barco, tenemos que preparar la cena y algunos
tripulantes terminar con la colada. El barco está bañado por el sol, aunque son
ya las 18:00 el calor es impresionante, no cejamos y cada uno se pone con
alguna tarea, esto es trabajar en equipo, la verdad estoy encantado tengo unos
compañeros que son un lujo!!! Desde aquí una felicitación a la tripu.
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