Al amanecer lucen en todo su esplendor esas viviendas de
“vacaciones democráticas” entendiendo por tales las que se pusieron al alcance
de la clase baja-media, de modo que todos pudieran tener una casa con vistas al
mar, aunque se parecieran más a colmenas que a edificios.
Pronto estamos a la altura de Alicante, presidido por el
castillo de Santa Bárbara, en cuyo puerto estaremos hasta mañana. Pondremos
gas-oil, haremos compra, lavaremos la ropa, daremos una vuelta por la ciudad e
iremos a cenar una paella, esperando que llegue Cristina.
Además de todo esto hemos conseguido arreglar el motor del
dingui, lo que le pasaba era que tenía un manguito de la gasolina obstruido de
suciedad, lo que impedía el paso del combustible, parace que ya está solucionado,
¡algo es algo!
Por la tarde nos fuimos a dar un paseo por la ciudad,
empezamos visitando el “museo” de la VOLVO OCEAN RACE, cuyo inicio es aquí.
Entramos dentro del interior de uno de esos barcos que dan la vuelta al mundo
en etapas de unos 28 días. Realmente son espartanos, hay una litera para cada
dos, toda la comida es liofilizada, no hay ninguna concesión al confort. Llegan
a alcanzar velocidades de 40 nudos. Estan hechos totalmente de carbono
Cenamos dos tipos de arroces, “para turistas”. A las 11,30
llegó Cristina, un gin-tonic a bordo y a la cama.
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